Las cenicillas son enfermedades causadas por hongos que infectan hojas, tallos, flores y frutos en casi 10,000 especies de angiospermas, llegando a ocasionar numerosas pérdidas de rendimiento en el cultivo del tomate.
- Descripción del patógeno
- Daños en los cultivos
- Control de la enfermedad
Descripción del patógeno
La cenicilla del tomate provocada por el patógeno Leveillula taurica, fue identificada por primera vez en Sinaloa. Sin embargo, en la actualidad, la enfermedad está presente también en otras regiones de México. Por ejemplo, en el estado de Coahuila, como media son necesarios en torno a la veintena de tratamientos fungicidas para poder hacerle frente, lo cual supone un elevado costo a lo largo de la producción.
Por otro lado, Oidium Lycopersici es otro patógeno capaz también de producir ceniza en tomate. La enfermedad causada por este patógeno ha sido diagnosticada en explotaciones intensivas del estado de Michoacán.
L. taurica es un hongo ascomiceto del orden de los Erysiphales. Es un parásito obligado que se comporta como patógeno para gran cantidad de especies, principalmente para las solanáceas tomate (Solanum lycopersicum) y chile (Solanum annuum) (Figura 1), en las cuales provoca aparición de la enfermedad comúnmente conocida como ceniza.
Este hongo se difunde mediante conidios, siendo las condiciones óptimas de desarrollo, temperaturas de unos 25°C y humedades relativas en torno al 60%. Por tanto, a diferencia del mildiu, requiere de temperaturas elevadas y humedad relativa reducida.
La enfermedad se manifiesta mediante la presencia de micelio blanquecino en el envés de las hojas que simplemente se corresponde con los conidios y conidióforos del hongo que emergen a través de los estomas. Este hongo se conserva en los restos de cosecha afectados la campaña anterior, malas hierbas, etc., de ahí la importancia de eliminar los mismos y por tanto, mantener la higiene de la explotación.
Daños en los cultivos
Los daños que causa L. taurica en cultivo de tomate varían, pero pueden llegar a causar pérdidas incluso del 40% de la producción.
La infección comienza en los foliolos de la hoja, pudiéndose observar inicialmente manchas blancas y pulverulentas en el haz, que se van tornando de color amarillo y se necrosan por el centro con el paso del tiempo, mientras que por el envés aparece una especie de ceniza blanquecina. Estos síntomas aumentan de tamaño y número, ya que la enfermedad se extiende desde las hojas más senescentes hasta las más jóvenes, provocando finalmente un desarrollo más reducido de la planta.
En caso de infecciones severas, los foliolos se secan y caen, pudiendo llegar las plantas incluso a defoliarse. En consecuencia, los frutos sufren asurados (quemaduras por radiación solar directa) ya que carecen de la protección conferida por las hojas. El resultado son rendimientos productivos mucho menores que los que se podrían haber conseguido en condiciones normales.
Control de la enfermedad
Medidas preventivas y/o culturales
Como en toda plaga o enfermedad, se recomienda llevar a cabo una serie de medidas que eviten la aparición de la misma. En este caso en concreto se recomienda:
- Manejo adecuado de la climatización / ventilación teniendo en cuenta cuáles son las condiciones que favorecen la presencia de oidio.
- Eliminación de malas hierbas y restos de cosecha debido a que pueden funcionar como reservorio de esporas del hongo y seguir infectando tejidos.
- Eliminación de hojas senescentes, principalmente las basales, ya que estas hojas son más sensibles al ataque de L. taurica.
Control químico
El control químico del oidio se basa fundamentalmente en la aplicación de productos fungicidas específicos, sistémicos o a base de azufre. Se recomienda la alternancia de materias activas en los sucesivos tratamientos para evitar la aparición de poblaciones resistentes del patógeno, así como también realizar las aplicaciones en el momento óptimo. De este modo, se conseguirá disminuir el número de aplicaciones y la rentabilidad de la explotación se verá menos comprometida.
En los productos utilizados para el control químico de esta enfermedad cabe destacar: 1) Azufre en polvo o azufre mojable. En cuanto a los condicionantes que presenta la aplicación de este producto, comentar que son mínimos, pero sí es importante tener en cuenta las condiciones climáticas que deben existir en el momento del tratamiento. La temperatura debe encontrarse entre 18°C (para una mayor actuación de la materia activa) y 35°C (para evitar quemaduras). 2) Bicarbonato (da lugar al colapso de las hifas del hongo) pero es necesario probar la dosis antes de la aplicación general porque en ocasiones puede provocar daños. 3) Aceites minerales, los cuales son eficaces cuando la infección no es todavía severa. No se deben aplicar si las temperaturas son superiores a los 32°C y si el período transcurrido desde el tratamiento con azufre es inferior a las 2 semanas.
Por otro lado, también son utilizadas materias activas como el 4) Miclobutanil y Azoxystrobin, entre otras, las cuales muestran bastante efectividad en el control de este hongo. Ambos fungicidas respetan la fauna auxiliar, por lo que pueden utilizarse tanto en el cultivo de tomate como en el de chile bajo producción integrada.
Control biológico
Existe un importante potencial en los agentes de control biológico, extractos vegetales y en la inducción de resistencia por hiperparásitos para el control de Leveillula taurica. Cabe destacar:
- La realización / aplicación de extractos vegetales y aceites naturales (neem, jojoba, oliva, etc.). La eficacia de éstos depende de numerosos factores (estado vegetativo, ambiente, etc.) pero fue demostrado que extractos vegetales que contenían leche en su formulación mostraban los mejores resultados frente a este hongo. El jengibre también mostró alta efectividad frente al control y propagación del hongo pero los resultados fueron prácticamente como los de la leche. Sin embargo, debido a su elevado precio y reducida disponibilidad y accesibilidad, no se consideró una alternativa viable. También se probaron otros productos como (en orden de mayor a menor efectividad en el control de la ceniza): vinagre, combinación de ajo y cebolla, menta, eucalipto, ajo y cebolla (Delucchi, 2012)./li>
- Trichoderma spp. son hongos patogénicos contra insectos y nematodos pero también son antagonistas frente a numerosos fitopatógenos. Sus principales mecanismos de acción incluyen antibiosis, micoparasitismo, competencia por nutrientes y espacio e inducción de mecanismos de resistencia en las plantas. Dentro del género Trichoderma destaca T. harzianum. Al comparar su efectividad con la de otras trichodermas, se observa que con la utilización de ésta los rendimientos son mayores ya que consigue disminuir considerablemente la germinación de las conidias de L. taurica tanto en invernadero como en campo, entre otros aspectos (Sudha y Lakshmanan, 2009).
- Por último, destacar el papel de Beauveria bassiana, Metarhizium anisopliae y Trichoderma asperellum como inhibidores del crecimiento y desarrollo de organismos fitopatógenos mediante antibiosis y micoparasitismo. Cada uno de estos hongos muestra una capacidad diferente para llevar a cabo la inhibición del hongo patógeno pero los tres actúan antagónicamente frente a L.taurica.