Particularidades específicas del cultivo del tomate para llevar a cabo las correspondientes labores culturales y alcanzar así el óptimo nivel de producción.
- Marco de plantación
- Poda de formación
- Aporcado y rehundido
- Entutorado
- Destallado
- Deshojado
- Despunte de inflorescencias y aclareo de frutos
- Despunte de plantas
Marco de plantación
El marco de plantación se establece en función del porte de planta. Es necesario adecuar la densidad y disposición de las plantas para que la intercepción de radiación solar sea máxima y por tanto la tasa fotosintética también lo sea.
Las densidades de plantación más habituales en el cultivo de tomate son de 1-2 pl/m2, resultando un marco de 1.5 metros entre líneas y 0.5 metros entre plantas. Cuando se trata de plantas de porte medio, es común aumentar la densidad de plantación a 2 pl/m2 utilizando marcos de 1×0.5 m. Esta densidad de plantación también se suele utilizar cuando se llevan a cabo ciclos cortos de cultivo. Por otro lado, si las condiciones de radiación y temperatura son elevadas, se puede optar por densidades de plantación de 3 pl/m2 pero no es lo habitual.
Poda de formación
En una práctica imprescindible en el caso de variedades de crecimiento indeterminado, ya que estas plantas pueden continuar creciendo de forma ascendente, a diferencia de las variedades con crecimiento determinado. Se realiza a los 15-20 días del trasplante cuando aparecen los primeros tallos laterales. Se eliminan tallos y hojas senescentes, mejorando así la aireación del cuello de la planta y facilitando la realización del aporcado. Así mismo, se determina el número de brazos (tallos) a dejar por planta. Son frecuentes las podas a 1-2 tallos.
En ocasiones, cuando una planta está enferma, por ejemplo por virus, se deja un segundo tallo de la planta contigua. Se considera ésta una práctica que consigue amortiguar la pérdida de planta/producción ocasionada por la enfermedad.
Aporcado y rehundido
Aporcado
El aporcado consiste en cubrir la parte inferior de la planta con suelo tras la poda de formación. El objetivo que se persigue con esta práctica es que el sistema radicular disponga de una mayor superficie explorable y consecuentemente, el desarrollo de éste sea mayor.
Rehundido
El rehundido es una variante del aporcado. Se lleva a cabo doblando la planta, tras haber sido ligeramente rascada, hasta que entra en contacto con el suelo. Entonces se cubre ligeramente, dejando fuera la yema terminal y un par de hojas.
Entutorado
Es una práctica imprescindible para mantener la planta erguida y evitar que las hojas, y sobre todo los frutos, toquen el suelo. De este modo, se mejora la aireación general de la planta y se favorece el aprovechamiento de la radiación y la realización de las labores culturales. Todo ello, repercute sobre la producción final, calidad del fruto y control de enfermedades.
La sujeción suele realizarse con hilo de propileno, el cual se sujeta de un extremo a la zona basal de la planta y de otro a un alambre situado a determinada altura por encima de la misma (1.8 – 2.4m sobre el suelo). Conforme la planta crece, se sujeta al hilo tutor mediante anillas (Figura 4), hasta que alcanza el alambre superior. A partir de este momento existen tres opciones:
- Bajar la planta descolgando el hilo: el mecanismo de sujeción se denomina “de perchas” (Figura 5). Consiste en colocar perchas con hilo enrollado en ellas en la parte superior e ir soltándolo conforme la planta crece. La planta se sujeta al hilo mediante anillas.
De este modo, la planta siempre se desarrolla en sentido vertical recibiendo el máximo de luminosidad, por lo que la calidad del fruto mejora y la producción aumenta..
- Dejar que la planta crezca cayendo por la propia acción de la gravedad.
- Dejar que la planta crezca horizontalmente sobre los tutores: estos tutores forman cuadrículas a lo largo de la línea de cultivo. La planta se va asegurando a los tutores mediante la utilización de anillas.
Destallado
Consiste en la eliminación de los brotes axilares para mejorar el desarrollo del tallo principal. Debe realizarse con la mayor frecuencia posible para evitar la pérdida de biomasa fotosintéticamente activa y la realización de heridas. Los cortes deben ser limpios para evitar la posible aparición de enfermedades.
Deshojado
Es recomendable eliminar las hojas senescentes para facilitar la aireación y mejorar el color de los frutos y las hojas enfermas para eliminar así la fuente de inóculo. Normalmente, se debe eliminar la hoja que está situada sobre el ramo y a ser posible, la que está orientada hacia el norte o este. Sin embargo, la hoja situada enfrente del ramo no se debe eliminar. Ésta es la que más fotoasimilados aportará al ramo. Una vez que los frutos empiezan a virar de color se deben eliminar todas las hojas por debajo de su nivel.
No se recomienda eliminar más de 3 hojas por planta en una sola vez para no descompensar la carga de frutos y el área foliar de la planta. Los cortes siempre se deben llevar a cabo en bisel y a ras de tronco por la base del peciolo. Se procederá a llevar a cabo el deshojado cuando las condiciones de humedad no sean excesivamente elevadas, tratando de evitar así la aparición de enfermedades criptogámicas.
Despunte de inflorescencias y aclareo de frutos
Tanto el despunte de inflorescencias como el aclareo de frutos tomaron importancia con la introducción del tomate en racimo, es conveniente que los ramos tengan como máximo 6-7 frutos/ramo. Con estas prácticas se consigue que los frutos del ramo sean homogéneos y tengan mayor calibre, y en general sean de más calidad.
Se pueden distinguir dos tipos de aclareo:
- Aclareo sistemático: tiene lugar sobre los racimos. Se deja un número de frutos determinado, eliminando los frutos inmaduros y mal posicionados.
- Aclareo selectivo: tiene lugar sobre los frutos. Se eliminan frutos dañados por insectos, deformes y de reducido calibre sin tener en cuenta la posición que ocupe en el racimo.
Despunte de plantas
El despunte consiste en la eliminación del brote apical. Esta práctica se lleva a cabo en variedades con crecimiento indeterminado, ya que éstas emiten continuamente racimos florales, siendo el agricultor quien toma la decisión de finalizar el cultivo. Al despuntar la planta, se persigue que los últimos frutos dispongan de una cantidad de asimilados mayor. Consecuentemente, el resultado del despunte es la obtención de frutos de mayor calibre y peso. Se deben dejar unas 2 hojas por encima de la última inflorescencia para que éstas nutran a los frutos y a la vez proporcionen sombra al ramo.
Por el contrario, en variedades con crecimiento determinado no tiene sentido esta práctica, ya que emiten un número concreto de racimos florales. Por tanto, es la misma planta quien determina la finalización del cultivo.